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miércoles, 13 de agosto de 2008

Imitación del inglés


Imitación del inglés
(Esteban Echeverría)
.
Y con eterno eclipse
cubrió sus bellos ojos. 
Lope de Vega


Salid, salid del pecho
sollozos y gemidos.
Del fatídico bronce
los lúgubres sonidos,
acompañen tan solo
el llanto y los suspiros.
Marchitose temprano
el rozagante lirio,
la cándida azucena,
del Argentino río.
De sus hermosos ojos
el espléndido brillo,
la noche del sepulcro
por siempre ha oscurecido.
De su belleza rara,
de su candor divino,
de tantas perfecciones
no quedan ni aún vestigios.
¡Oh muerte inexorable!
¿Cómo, cómo has podido
destruir en un instante
este tierno arbolillo?
Él era de sus padres
la delicia y cariño,
la vida y la esperanza
de un corazón cautivo;
y cuando prometía
tantos frutos opimos,
te gozas inhumana
de un golpe en abatirlo.
Lloremos, pues, lloremos
el mísero destino,
de la flor malograda
del Argentino río.
Salid, salid del pecho
sollozos, y gemidos.
Y tú ángel que habitas
el estrellado Empíreo,
si nuestras ansias oyes,
contémplanos benigno
y ayúdanos un tanto,
con tu influjo divino,
a soportar tu pérdida
y el dolor que sufrimos.
Salid, salid del pecho
sollozos y gemidos.
.
.

martes, 12 de agosto de 2008

Los recuerdos


Los recuerdos Romance a Delmira(Esteban Echeverría)
Te me apareciste, como un ángel benigno enviado para llevarme desde los inocentes días de mi infancia, hasta la sublime cumbre de la existencia. Mis ojos, al abrirse, encontraron tu corazón, y mi primer sentimiento fue un inefable regocijo.Schiller


De los primeros amores
¡Oh cuán dulce es el recuerdo!
¡Como su risueña imagen
vierte en el alma consuelo!
Mi corazón desdichado
flota en un mar de tormentos
Delmira; mas tu memoria
templa sus males acerbos.
Cuando la negra tristeza
tiende sobre mí su velo,
y de fantasmas sombrías
circunda mi pensamiento:
cuando el recuerdo terrible
de mil aciagos sucesos,
viene cual nube cargada
de tormenta, horror y truenos,
a atribularme en mis ansias
y hacer mi dolor más fiero;
tu imagen se me aparece,
como en páramo desierto
al caminante perdido
verdoso y florido otero;
y la fantasía entonces,
con las alas del deseo,
me transporta enajenada
a aquel delicioso tiempo,
en que por la vez primera
te vi, como ángel del cielo.
El bozo empezaba apenas
a adornar mi labio tierno;
eras tú rosa en su aurora,
éramos niños recuerdo,
y de rubor inocentes
palpitaron nuestros pechos
de simpática ternura,
de amante júbilo al vernos.
Turbáronse nuestros rostros
y se reveló el misterio:
nació el amor ignorado,
y el amor habló en silencio.
Tu imagen bella de entonces
quedó grabada en mi seno,
y una agitación extraña,
llena de dulce embeleso,
se amparó de mis sentidos
dejó los frívolos juegos
de la niñez y embebido
sólo en ti mi pensamiento,
do quier hallaba el encanto
de tu semblante halagüeño,
do quiera de tus miradas
aquel imán hechicero.
Día y noche me seguía
tu imagen en el paseo,
en el bosque, en la campaña
y aún en mi tranquilo lecho.
Mi juvenil existencia
era un deleitoso sueño,
de glorias desconocidas,
de esperanzas y deseos.
Días felices ¡cuán pronto
para mi mal fenecieron,
dejándome circundado
de desolación y tedio!
A amar juntos aprendimos,
amor por dulces senderos
nos llevó en sus alas de oro
y nos enseñó sus juegos.
¿Te acuerdas, Delmira, el día
que nos hablamos primero,
cuan alegre y fácilmente
nuestras almas se entendieron?
¿Recuerdas, Delmira mía,
aquellos dulces momentos
que pasábamos alegres
en inocentes recreos?
¿Te acuerdas de los regalos
con que tu cariño tierno
recompensaba del mío
el incesante desvelo?
¿De las citas misteriosas?
¿De aquel albergue secreto
donde tu boca y la mía
se unieron con dulce beso?
De nuestros rubores y ansias,
nuestro tímido recelo,
la precaución inocente
y el cariñoso misterio?
Sobre todos, de aquel día,
día feliz y supremo,
en que por hechizo oculto
nuestros suspiros se unieron,
sin saber como atraídos
se tocaron nuestros senos,
ligáronse nuestros brazos
con nudo de amor estrecho;
trémulo tu labio ardiente
aplicó al mío su fuego,
se abrasaron mis sentidos
de amor en el grato incendio,
y a mis ojos y a los tuyos
se anonadó el universo.
-Todo pasó, dulce amiga,
todo pasó en fugaz vuelo,
Sólo queda la memoria
de aquel venturoso tiempo.
La edad vino a amonestarnos
con su semblante severo;
separarnos fue preciso
y seguir caminos nuevos.
Adiós amores, de entonces,
juveniles devaneos
de dos almas inocentes
que para amarse nacieron.
Llorando y con dulce abrazo
dimos el adiós postrero
al aire, y nuestros suspiros,
nuestras ansias llevó el viento.
Tomó mi mano el destino
y de mis lares paternos
me arrebató, y en el mundo
me lanzó con furia luego.
He flotado en él sin guía,
cual frágil náufrago leño,
sin encontrar en camino
grato asilo o manso puerto:
mil tormentas he sufrido,
que en el voluble elemento
de las inquietas pasiones
me engolfé fogoso y ciego.
No he sucumbido a sus furias;
pero mi cuitado pecho
por siempre, amiga, ha perdido
la dulce paz y el sosiego,
y despojado, en su aurora,
de los prestigios risueños
de la vida, a la esperanza
y aun al amor yace muerto.
Sola tú, tú sola puedes
de mi alma en el caos horrendo,
hacer brillar un instante
lampos de fugaz consuelo.
Tu imagen bella, a mis ojos,
como la estrella de Venus
en desatada tormenta
se muestra al triste nauclero,
aparece en los conflictos
de mi triste pensamiento,
aplaca un tanto las iras
de mis pesares acerbos,
y exclamo entonces lloroso:
"Ángel de amor y consuelo
no apartes tu luz divina
de mi espantoso desierto:
mi corazón desdichado
flota en un mar de tormentos
Delmira, mas tu memoria
calma su dolor funesto"
..

Él y ella



Él y ella
(Esteban Echeverría)

¡Quién podrá el lazo romper
que sus corazones liga!
¡Ni menos desconcertar,
de sus almas la armonía!
Schiller


- I -
.

ELLA
Cuando en tu seno reclinado me hallo,
mi dulce amiga, el universo olvido,
ni siento el peso abrumador del tiempo,
ni la fatiga.
Tú eres la estrella que mis pasos guía
en el camino del desierto mundo,
y de tu lumbre el esplendor divino
siempre me halaga.
Tú eres la imagen que en mis sueños veo;
tú eres el ángel tutelar que guardas,
del genio adusto que mis pasos sigue,
mi triste vida.
Cuando, el encanto de tu rostro bello,
encubre el velo de melancolía,
el astro hermoso que en la noche reina
tú me pareces.
Mas si en tu frente la sonrisa vaga,
si amor respiran tus ardientes ojos,
eres la aurora que halagüeña ríe:
todo alegrando.
El suave aliento que tu pecho exhala
es para mi alma como el grato soplo,
que reanima del estéril yermo
la flor marchita.


ELLA
Cuando reclinada me hallo
sobre tu amoroso seno,
dueño mío, ante mis ojos
se anonada el universo.
Tú eres la hechicera imagen
que en todas partes yo veo,
el bello sol que me alumbra
y de mi alma el claro espejo.
Sin ti los días me fueran
enojosos y molestos,
con tu presencia los años
pasan en rápido vuelo.
Cuando de mí te separas,
con alas de ser etéreo,
por donde quiera te sigue
mi amoroso pensamiento;
y mientras sólo suspira
mi corazón de amor lleno,
para aliviar mi congoja,
pensando en ti me deleito,
y me digo, yo a mí misma:
vuelve mi amor, vuelve luego,
el corazón me lo dice
que adivina mi deseo.
Tu hablar es dulce a mi oído,
como el melodioso acento
del ruiseñor en el bosque,
do reina el mudo silencio.


ELLA
Cuando de mi triste pecho
la desolación se ampara,
y de mi mente se aleja
la imagen de la esperanza;
cuando el infausto recuerdo
de las terribles borrascas,
que han agitado mi vida,
viene a redoblar mis ansias,
y en mi pecho se despiertan
las pasiones inflamadas,
que para siempre alejaron
la felicidad de mi alma:
tú eres el iris que vuelve
a mi corazón la calma,
disipando las tinieblas
que me atribulan y asaltan.
.


ELLA

Cuando en tu frente serena
la dulce sonrisa vaga,
y se disipan las sombras
que la oscurecen infaustas;
cuando tus ardientes ojos,
con halagüeña mirada,
como buscando su centro,
sobre los míos le clavan,
manifestando expresivos
la luz espléndida y clara,
del contento y la alegría
que fugaz por tu alma pasa:
ningún pesar me atormenta,
ningún cuidado me asalta,
y la inefable ventura
del Serafín goza mi alma.


ELLA
Cuando la aciaga memoria
de mis pasadas desdichas,
viene a inflamar de mi pecho
las sanguinosas heridas,
y a derramar en mi mente
mil imágenes sombrías;
la tuya se me aperece,
angelical y divina,
se desvanecen al punto
las visiones enemigas,
y yo me digo: «Ella me ama
¿qué importa un mar de desdichas?»
.


ELLA

Cuando pienso que en tu pecho
idolatrado se abriga
el cruel pesar devorando
al nacer todas tus dichas,
lloro lágrimas amargas,
y me digo, entristecida:
si mil vidas yo tuviese
por verle feliz daría,
mas ya que no está en mi mano
poder sanar las heridas
de su corazón a amarlo
quiero consagrar mis días.


ELLA
Cuando el soberano vuelo
alza mi espíritu altivo,
y en mi corazón rebosan
mil armónicos sonidos;
tú eres el numen que inspira,
consolador y propicio,
a mi cítara sonora
el canto excelso y divino.


ELLA
Cuando cantas inspirado,
en tono triste y sombrío,
tú me pareces un ángel
en la tierra peregrino,
que sus infortunios llora,
y tus conciertos melifluos
en mi corazón resuenan
como seráficos himnos.


ELLA
Tú me hiciste amar la vida
que aborrecí en mi despecho,
y disipaste la noche
de mi espíritu desierto.


ELLA
Tú embelleciste mis días,
llevándolos por sendero
de delicias y de flores;
vida y cariño te debo.


ELLA
Mas vivirá tu memoria,
Celia, divina, en mis versos.


ELLA
Aún mas allá de la muerte
tú vivirás en mi pecho.

ELLA

Vivirán tus perfecciones.


ELLA

Será nuestro amor eterno.


- II -


ELLA
Ven dulce amiga al monte,
y a la fresca enramada
de sauces coronada,
de mirtos y laurel;
ven, que el astro del día
glorioso reverbera
en la inflamada esfera;
ven, dulce amiga, ven.
Ya los pájaros cantan
con dulce melodía,
y todo es alegría
amor, delicia y bien;
ya la tórtola tierna,
con lánguido gemido,
halaga a su querido;
ven, dulce amiga, ven.
Con elocuentes voces,
todo hoy en la natura
a gloria, y a ventura
convida, y a querer.
Estos cortos instantes
de vida aprovechemos,
amemos y gocemos;
ven, dulce amiga, ven

Ven, dulce amiga, al monte,
y a la fresca enramada
de sauces coronada,
de mirtos y laurel;
ven, y allí respirando
el ámbar de las flores,
hablaremos de amores;
ven, dulce amiga, ven.


AMBOS
Las delicias que ofrece la vida
apuremos, burlando al dolor,
que la muerte devora homicida
los deleites y glorias de amor.
Ten ¡oh tiempo! tu rápido vuelo,
déjanos un instante gozar;
sed propicio una vez al anhelo
de dos seres que saben amar.
Infelices bastantes te imploran
en la tierra con largo gemir,
vuela, vuela para ellos que lloran,
déjanos nuestra dicha sentir.
Déjanos un momento siquiera,
los pesares amando olvidar,
y sin sombra fatal a la esfera
del amor y la dicha volar.
Las delicias que ofrece la vida
apuremos, burlando al temor:
toda gloria humanal es mentida.
Todo bien se convierte en dolor.


ELLA
Deja que mi amor sediento
beba de tu alma el aliento,
y que mi pecho amoroso,
con su aroma delicioso,
se embriague y calme un momento.



ELLA

¡Oh qué delicia! ¡Oh ventura!
Pasar, como una aura pura,
mi alma enamorada siente
de la tuya el fuego ardiente,
y en mar nado de dulzura.



ELLA

Deja que latir con brío
tu corazón sobre el mío,
casi insensible yo sienta;
pues tu amor mi sangre alienta,
como a flor mustia el rocío.


ELLA
De amor, de amor desfallezco,
y toda yo me estremezco
tu ardiente labio al tocar;
dame en tu boca saciar
la dulce sed que padezco.


ELLA
Qué me importa que el destino
me haya cerrado el camino
del bien, si cuanto yo adoro,
mi esperanza y mi tesoro
tengo en mis brazos divino.



ELLA

Modera tus transportes,
modera tus halagos dueño mío,
que ya mi débil corazón el brío
pierde para gozar tanta ventura.
Conserva aquestos días
destinados a amarte,
y a endulzar de los tuyos la amargura;
no con tan vivo anhelo
el cáliz agotemos de dulzura
que nos ofrece amor hijo del cielo.



ELLA

No, apuremos temprano querida,
los placeres que ofrece la vida,
deja al necio sufrir y esperar;
que con ceño terrible la muerte,
envidiosa del bien, nos advierte
que naciendo los va a devorar.


AMBOS
De la aurora gocemos florida,
que un instante sonríe a la vida,
mientras quede vigor para amar
que con voz elocuente natura
nos repite: «el amor y ventura
son cual luz fugitiva en el mar.

.