Raquel: En los últimos tiempos nos hemos comunicado telefónicamente, pero hoy el tema requiere más espacio, así que prefiero el fax. Cada día me siento más inmerso en esta realidad y en consecuencia me afectan más los problemas cotidianos, los encuentros y desencuentros con antiguos compañeros, las declaraciones de los políticos y, a veces, sus alianzas inesperadas, sus fidelidades rotas, sus astucias y tozudeces. Otro motivo de esa inmersión es que se ha producido un cambio en mi desexilio. Ya que vos y yo resolvimos abonarnos a la mutua franqueza, quiero que sepas de qué se trata. Me parece que a esta altura ya te lo imaginarás.
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Hace un par de meses que empecé una relación (todavía me cuesta un poco llamarla amorosa, pero creo que de eso se trata) con una buena amiga. Se llama Rocío. Formaba parte de un grupo de compañeros que trabajamos políticamente en tiempos anteriores al golpe. Me parece recordar que la conociste, pero no estoy seguro. Estuvo presa, fue torturada, sufrió bastante pero aguantó y no delató a nadie. Como todos los que estuvieron allá dentro, salió con la salud quebrantada pero se está reponiendo. Ahora se dedica a hacer encuestas de tipo social. Me encuentro bien con ella y tengo la impresión de que ella se encuentra bien conmigo. Por ahora, al menos. Veremos qué pasa. Vos y yo sabemos que en este campo es muy riesgoso apostar por el futuro. Sin embargo, me siento a gusto. Y además, la soledad total siempre me ha desacomodado, me provoca algo parecido a la ansiedad.
BENEDETTI, M. Andamios. Buenos Aires: Editora Sudamericana, 2001. p. 173.
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