miércoles, 21 de septiembre de 2016

25 de noviembre [1955]

25 de noviembre
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Pensé que, teniendo la máquina de escribir, ya no necesitaría más estos morbosos cuadernillos. Mas creo que no es así: escribo como siempre, por lo de siempre: me estoy ahogando.
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El calor me inunda dejándome yerta de fatiga, débil, amargada. Vengo del mundo, de ese mundo que no es mío, del mundo exterior.
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¡Oh, claro que no entiendo mi tierra! Dura y cruel falacia. Mi pureza. Mis cánticos. Todo derruido y enviado lejos, allá, al cajón de las cosas inservibles.
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¡Poesía! ¡Dulce poesía de Huidobro y de Vallejo! ¿Dónde estás? ¿Dónde tus cristales han venido a quebrarse? Sí. Ahora comprendo claramente que la asesinan. Mejor dicho, la asesinamos. Recorro mi breve itinerario lírico y me vuelvo loca de dolor, de remordimientos. Yo he contribuido (contribuyo) a perderla. [...]
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Y ahora, pienso en Ostrov. No en ÉL, sino en Ostrov. (¡Qué placer escribir su nombre! Llenaría los muros con estas seis letras magnéticas!) Me muero de amor por él. Percibo su rostro y todo mi ser se diluye, flota, se va...
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Me estoy yendo porque se me resbalan los fines. ¡Quiero escribir bien! ¡Dios mío! Soy un deseo suspendido en el vacío. No sé ni comprendo nada, Sólo sé que deseo, deseo, deseo. ¡Dios! ¡Quiero tener fe! ¡Quiero creer en ti! ¡Oh, cómo quiero creer en Dios!
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¡Quiero escribir!
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¡Quiero escribir!
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Alejandra Pizarnik, Diarios.

(2003, p. 131-132)

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