11 de noviembre, viernes
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¿Quiénes aman a don Quijote? Los cuerdos, los lúcidos. Los que se le parecen lo viven con malestar. Me miré en el espejo. Parezco Dylan Thomas antes de morir, cuando decía: «Quiero desgarrar mi carne».
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Anoche, mientras hablaba con las sombras, comprendí algo de lo que me pasa —había alguien en mí científicamente lúcida—. Yo decía si todo esto vale la pena, puesto que me voy a morir muy pronto. La respuesta fue la de siempre: «Si alguien te ama no morirás pronto; vivirás muchos años y tu vida crecerá como la higuera de Rilke». Pero la realidad es otra. Nadie me ama a pesar de mí, contra mí. Nadie me atraviesa como a un escollo, condición de este amor esperado y jamás hallado. [...]
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Alejandra Pizarnik, Diarios.
(2003, p. 251)
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(2003, p. 251)
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