boricano,
donde razas muy ardientes confluyeron:
soy la vida, soy la llama:
mis abuelos no me dieron
ni perfiles ni colores
seductores;
pero escucha: las cadenas
que a mis razas humillaron,
en las venas
rabia y fuego le dejaron.
.
Toma un beso, castellana,
rudo y virgen cual mi agreste selva indiana.
Es mi sol, el antillano:
pon tu mano
nívea y dura como el mármol, en mi frente
abrasada por el fuego.
Tu alma siente
sed de amores ardorosos;
yo me entrego
siempre esclavo,
pero bravo,
a tu lúbrico deseo,
a tu ardiente devaneo.
.
Sé mi esclava:
son mis besos, como lava,
lujuriosos y abrasantes;
con mis brazos,
fuertes lazos
formaría yo en tu cuello,
que de nieve es un destello,
mientras miro
cuando exhalas un suspiro
que tu pecho se levanta,
y con vivo desenfreno
el volcán que hay en tu seno
ruge y canta.
.
Soy un bardo de los bosques tropicales
que en estrofas musicales
canta un himno a tu belleza
soberana.
Castellana:
tu gentil naturaleza
te dio encantos, te dio frío;
si te gusta el suelo mío
donde arroyos murmurantes
siempre amantes
cantan trova delicada,
ven hermosa
enamorada,
delirante, voluptuosa,
que en mi seno apasionado
hallarás lo que deseas:
que las nieves europeas
que te hicieron amorosa, pero fría,
en la bella patria mía
las disipen los vapores
de mis cálidos amores.
.
Ven y envuélvete en la llama
de mis ondas pasionales;
en mis selvas seculares
un idilio nos reclama.
A la vera de un afluente
y a la sombra del boscaje,
dulcemente
con salvaje
paroxismo nos besemos.
Mientras cantan las ondinas
y rumora la enramada,
apuremos
las divinas
emociones de la hora apasionada,
escuchando los arrullos
de mis besos y los tuyos.
.
Yo soy triste, pero ardiente;
soy romántico y vehemente...
Tengo sueños, tengo amores
y por eso mis dolores
en el verso se revelan,
y cual aves vuelan, vuelan
a dejar en tus oídos
los latidos
de las hondas vibraciones
de mis locas ilusiones.
¿Qué te pasa, que me miras
y suspiras
sin aliento
agitada por extraño sentimiento?
¿Qué desdicha te estremece?
¿Te entristece
la nostalgia de tu hogar y de tu cielo?
¿Es tu anhelo,
en las vastas catedrales
donde en horas nocturnales
solitaria,
entonabas, fervorosa, tu plegaria,
cual mensaje, cual dolora
para el Dios que tu alma adora?
¿Quieres ver tus altos montes,
tus inciertos horizontes,
tus alondras y tus águilas caudales
dominando las regiones siderales?
.
¿No te gustan mis montañas?
¿No te agrada ver las cañas
de las vegas
de mi patria irredimida?
¿No te entregas
amorosa y decidida
a mis auras enervantes
en románticos instantes
de delicias y de ensueños turbadores?
Nuestros pardos ruiseñores,
¿no te han dicho todavía
que en la dulce tierra mía
todo encanta,
todo vibra y enamora,
todo canta?
.
De este sol los resplandores,
nuestra aurora,
el olor de nuestras flores,
nuestro valle perfumado,
nuestros mares rumorosos;
¿no te han dicho con acento enamorado,
entre risas y sollozos,
que Dios hizo
en mi tierra el paraíso?
.
Yo te amo:
si complaces mi reclamo,
hallarás lo que deseas:
que las nieves europeas
que te hicieron amorosa, pero fría,
en la bella patria mía
las disipen los vapores
de mis cálidos amores...
.
Luis Felipe Dessus | "Indiana".
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Luis Felipe Dessus | "Indiana".
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