Lunes, 2, 23 h
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¿Por qué protesto? Es muy simple: nunca en mi vida pensé en mis circunstancias personales: escuela, familia, trabajo, relaciones, amigos. Me limité a sufrirlos como testimonios opuestos al clima de magia y ensueño de mi memoria. Luego, es natural que me dañen. Me sobrecoge mi carencia de defensas. Pienso en el suicidio. (Coqueteo con él. Como si al decirlo quisiera asustar a alguien. Pero mamá está lejos. Y tal vez no existe.)
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Como si aceptarme en mis circunstancias actuales llevara implícito un renunciamiento a algo fabuloso. Es el viejo problema. De todos modos, yo no existo. Soy un ser evanescente: la hija del aire, enamorada del viento.
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Alejandra Pizarnik, Diarios.
(2003, p. 268)
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