A lo mismo
. El que de ardiente ceguedad regido
en alas de su llama apresurado
iba a ser sacrificio de su agrado
muy de la parte estaba de su olvido.
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Como del incendioso arpón herido
de sí desconocido en su cuidado
reconociese en un cristal helado
y a su vergüenza espejo fue advertido.
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Vio la azucena presidiendo al hielo
por casta de sí misma coronada
nevando el aire de fragancia preso.
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Honestose a su luz, o luz del cielo
que con hielo encendiste el alma helada
y helaste con ardor la llama impresa.
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Francisco López de Zárate | "El que de ardiente ceguedad regido".
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Francisco López de Zárate | "El que de ardiente ceguedad regido".
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