martes, 15 de agosto de 2017

Viernes, 15 de febrero [1963]

Viernes, 15 de febrero
.
Una mano de silencio
.
Exaltación y lirismo «como si todo te anunciara un amante». Estoy ebria de soledad, de espera, de deseos abstractos, de entidades llenas de designios mágicos. ¡Qué noche para morir! ¡Qué instante para hacer el amor! Recién vino M. y hablamos del suicidio. Se fue y me quedé con vértigos, delirando palabras de felicidad, como si hubiese visto señales de un himno inminente a la más pura inocencia. Oh canta, canta, canta en mí, pequeña noche de campanas y silencios, canta y ayúdame a olvidar este olvido misterioso de un lugar de dicha total. Canta, mi pequeña noche, que la soledad no esté sola, que se murmure, se gima, se vuelvan ecos de caballerías soñadas los horrendos ruidos sedientos del reloj. Instante matriz, madre de mi instante, insiste de izarme de este suelo desolado, de esta gravedad sin canto, encántame madre de todo lo que gime pequeñamente en este mundo grande y sin agua. Aridez de la inminencia: se cree llegar y el reloj da la hora de la razón, cuerda al reloj, cordura al yo. Olvido, olvidanza, olvidadizamente. Y cristal de mar, cristal de sonidos, cristal de cantos que no rompan la noche en días iguales. Exijo una duración de la tregua, una musicalidad del yo, un bebedero en el desierto de la memoria. Exijo un estatuto de soles negros y de lluvias verdes. Y fundación de suelos propicios para el crecimiento de los muñecos que abren los ojos cuando muere el día y cierran los ojos cuando nace este candor de niña recién arribada por vía del viento a una bahía de cantos y de tambores y de hojas de un verde tan puro que de súbito sentimos en la memoria una extraña consolación.
.
Alejandra Pizarnik, Diarios.
(2003, p. 391-392)
.

No hay comentarios.: