viernes, 5 de enero de 2018

Adiós

De pesar una lágrima sentida
No brote, no, de tus hermosos ojos:
¿Por qué llorar mi muerte si mi vida
Era un erial de espinas y de abrojos?
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No puede ser mi luz el dulce brillo
Que derrama en efluvios tu pupila,
Y es mi infierno el que irradia del anillo
Que otro en tu mano colocó, Lucila.
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¿Qué iba a hallar este pobre pelegrino
A un desierto sin término lanzado?
¿Adelfas y cicuta en su camino?
¡Oh, no las hay en el sepulcro helado!
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En el mar proceloso de la vida
El amor es el puerto de bonanza;
¿Y a dónde guiar mi nave combatida
Si mi amor es amor sin esperanza?
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¡Venga el rayo de plomo, que hoy por suerte,
Sobre mi frente, amenazante oscila;
Y en la mansión oscura de la muerte
La paz recobre el corazón, Lucila!
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Estanislao del Campo | "Adiós".
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